Hoy, en un mundo marcado por la incertidumbre y las divisiones, es más necesario que nunca recuperar una cualidad fundamental: la determinación.
Esta cualidad, que se ha mostrado esencial a lo largo de la historia, no se basa en dogmas ni en extremismos. Al contrario, la verdadera determinación es la que se nutre de la flexibilidad para adaptarse, la claridad para tomar decisiones con responsabilidad y la perseverancia para avanzar hacia soluciones constructivas sin caer en la trampa de la polarización.
La historia nos ha enseñado que los grandes avances no se lograron a través de la imposición de ideas extremas, sino por aquéllos que, con determinación, supieron encontrar el equilibrio y desafiar las certezas absolutas.
Pensemos en figuras como Nelson Mandela, quien no permitió que el odio o la venganza dominaran su camino, sino que, con determinación, optó por la reconciliación. O Gandhi, que, frente a la opresión, no buscó la confrontación violenta, sino que eligió la resistencia sin usar la violencia, con la determinación de transformar un futuro injusto en algo mejor para todas las personas.
La determinación que necesitamos no es la que busca imponer una visión única de la realidad, sino la que entiende la complejidad de los problemas y busca soluciones inclusivas, equitativas y sostenibles. Esta determinación, entendida de manera pragmática, nos invita a cuestionar, a adaptarnos y a construir soluciones que beneficien a todas las personas, no sólo a un grupo.
Sin embargo, para abrazar la determinación, necesitamos también abrazar la incertidumbre. Mirarla a los ojos con valentía. Reconocer que el camino fácil, el que parece claro y sin obstáculos, a menudo nos lleva a lugares equivocados. La verdadera determinación no teme a lo desconocido, sino que lo enfrenta con coraje, comprendiendo que es precisamente en la incertidumbre donde se encuentran las oportunidades para crecer, aprender y evolucionar.
Debemos comprender que el progreso no se trata de buscar la victoria de un bando sobre otro, sino de avanzar juntos hacia un futuro que beneficie a todas las personas. La determinación no se trata de imponer, sino de construir y avanzar de manera coherente y respetuosa, con la firme convicción de que cada paso nos acerca a un mundo más justo y equilibrado.
No creo que la determinación es una simple reacción ante los desafíos. Es una elección consciente de avanzar hacia lo que es más justo, lo que es más humano. Y esa determinación se logra sin caer en los simplismos del dogmatismo, porque entendemos que el verdadero progreso se construye a través del diálogo, la reflexión y la acción responsable.
Con determinación, podemos construir juntos un futuro mejor para todas las personas y para el planeta.