QB Pop Up recicla y construye instalaciones efímeras y semipermanentes a partir de estos contáiners de acero que desecha el sector marítimo.
QB Pop Up es una empresa alavesa fundada en 2017 que se dedica a innovar en infraestructuras recicladas. En concreto, a transformar y reciclar contenedores marítimos reciclados para construir instalaciones efímeras y semipermanentes de fácil implantación, sencillas de transportar y que ofrezcan como resultado soluciones llamativas en forma de piscinas, tiendas, bares, food trucks, parkings para bicicletas e incluso hoteles. Roberto Martínez de Guereñu, socio fundador de esta compañía, da cuenta para SPRI de la marcha de la empresa en su quinto año de vida.
¿En qué contexto nace este proyecto?
Lo cierto es que es un poco curioso y anecdótico pues todo surge en 2017, en un viaje a Valencia donde vimos que en la playa habían instalado un pequeño bar-chiringuito sobre un contenedor. Mi socio y yo nos miramos y pensamos que aquello podía tener una viabilidad empresarial interesante a medio largo plazo. Y así, entre caña y caña, comenzamos a discurrir el plan de viabilidad y el modelo de negocio.
¿Ese primer estudio de mercado qué dijo?
Dos cosas. La primera, que no había ninguna empresa similar en el norte peninsular que trabajara estos temas, y la segunda, que el proceso de industrialización del sector de la construcción en cuanto a nuevas tendencias a la hora de edificar estaba cambiando. De modo que lo que surgió de una barra de bar se fue transformando poco a poco en una idea que hoy tiene forma de negocio con cinco años de vida.
¿Cómo es el proceso a la hora de transformar uno de esos contenedores marítimos en una infraestructura efímera?
En el mundo en general hay un excedente de contenedores marítimos. Hubo un tiempo hace unos 10 ó 15 años en el que las navieras fabricaban o compraban, sobre todo en China, contenedores marítimos sin ningún conocimiento porque no les merecía la pena retornarlos para volver a utilizarlos después. ¿Qué sucedió? Que esos excedentes con los que muchas veces no se sabía qué hacer se abandonaban a su suerte en tierra de nadie… Y es ahí donde empiezan a surgir las ideas. Y viendo que en el norte de Europa funcionan muy bien y lo mismo en Sudamérica, decidimos apostar también desde Euskadi por el reciclaje, dándole una segunda vida útil a estos contenedores.
¿Cómo ha evolucionado este contexto de un tiempo a esta parte?
Ahora la tesitura ha cambiado, pues las circunstancias del mercado del acero en el mundo son otras y su precio se ha incrementado. Pero es que también la propia necesidad de las navieras ha variado. Esto ha provocado que la vida útil de los contenedores se haya alargado, pasando de una media de tres ó cuatro años de uso a prácticamente el doble en estos momentos.
¿Existe un límite a la hora de adaptar este tipo de contenedores?
Diría que no. Es posible adaptar estos contáiners a lo que uno pueda imaginar siempre y cuando respete y se adecue a la normativa vigente. Podemos hablar de bares, tiendas, parkings para bicicletas, puestos de comida rápida, piscinas, lavanderías como las que hemos instalado, por ejemplo, en Durango, gimnasios…
¿Y viviendas?
¿Y hasta rascacielos! En nuestro caso trabajamos siempre de la mano de un equipo de arquitectura y diseño con el que damos salida a todo lo que se nos encarga siempre y cuando se adecúe, como decía, a la legislación vigente, pero no es nuestra aspiración. Por nuestra capacidad y tamaño no tenemos de momento la fuerza suficiente para acometer grandes construcciones o centros de oficinas, pero todo se andará. De momento nos estamos enfocando a realizar proyectos a la medida de todos aquellos clientes que quieren una construcción efímera o semipermanente de alta calidad y alto diseño. Ahí es donde somos competimos de verdad.
¿Por qué diría que resultan tan atractivas este tipo de instalaciones recicladas?
Creo que la estructura como cajón llama la atención y da mucha fiabilidad, entre otras cosas porque está fabricada con un acero de corte de alta calidad preparado para soportar unas condiciones de vida extrema en alta mar, donde los niveles de salinidad son muy altos y donde el agua es otro factor determinante. Pues fíjese que muchísimas veces se caen al mar y la mercancía no sufre al ser estancos por dentro, de modo que las propiedades que tiene desde un punto de vista de edificabilidad juegan a su favor.
Este proyecto da la sensación de estar ligado al 100% a esa corriente imparable que es la Economía Circular…
Así lo vimos, al menos, hace cinco años. Que la sostenibilidad, el reciclaje y demás políticas vinculadas a la economía circular iban a representar el cambio de futuro, como así está siendo afortunadamente porque no tenemos un planeta B. Y si a esto añadimos que en el sector de la construcción todos los indicadores advierten que debe ir transformando e industrializándose cada vez más, pues llegamos a la conclusión de que podemos ser una alternativa más en lo que a construcción modular se refiere. Y le pongo el ejemplo de uno de los campos de fútbol de Qatar donde se va a disputar el próximo Mundial de Fútbol, y que ha sido diseñado por un equipo de arquitectos de Madrid a partir de 5.000 contenedores. Pues resultar chocante o incluso poco fiable, pero creo que tiene toda la lógica del mundo porque una vez que concluya este evento, todo se desmontará y se evitará una hipoteca urbanística a futuro que no tendría ningún sentido.
Vía SPRI