Satlantis es una startup vasca fundada en 2013 a partir de un proyecto de la Universidad de Florida que forma parte del sector espacial y que se dedicada a la investigación, desarrollo y fabricación de cámaras ópticas para la observación de la Tierra desde el Espacio. Se trata de cámaras acopladas a un satélite que a diferencia de las desarrolladas hasta ahora presentan un tamaño y un peso menor e incorporan inteligencia artificial, lo que sin duda les confiere una ventaja competitiva en un nicho de mercado al alza como el de los nanosatélites, donde cada kilo lanzado al espacio se cotiza a razón de 30.000 euros. Asentada desde 2018 en el Parque Científico del Campus de la UPV de Leioa y con 40 personas en plantilla, Satlantis ultima estos días el lanzamiento de su primera cámara al Espacio, un record que supone ser los primeros a nivel del Estado, y a nivel mundial en resolución submétrica de estas dimensiones. Tendrá lugar el próximo 20 de mayo, en Japón, advierte su Consejero Delegado, Juan Tomás Hernani. Un cohete de la Agencia Espacial Japonesa JAXA será el encargado de transportar hasta la Estación Espacial Internacional seis toneladas de víveres, suministros y material espacial como esta cámara Made in Basque Country…
Ante el primer gran hito de su corta historia de vida, ¿cuál es la palabra que les define en estos momentos?
Contemplar el despegue de un cohete al Espacio y saber que en su interior también viaja el trabajo y la ilusión de muchas personas durante muchos es algo apasionante.
La fecha prevista para el lanzamiento, el próximo 20 de mayo, se mantiene?
En principio ni la fecha ni el lugar se van a mover. Están fijados desde hace ya mucho tiempo. El lanzamiento va a tener lugar a las 7.30pm hora europea desde una isla situada al suroeste de Tokio que se llama Tanegashima, que es desde donde Japón lleva a cabo sus lanzamientos espaciales. Salvo algunas cancelaciones hoteleras por nuestra parte en la isla, el plan de lanzamiento se mantiene, pues la Estación Espacial Internacional tiene astronautas y tiene una serie de necesidades que cubrir.
El sector aeronáutico está siendo uno de los más castigados por la pandemia del COVID19, con una reducción brutal del tráfico aéreo nunca antes vista. ¿Está ocurriendo lo mismo en el sector espacial, que es al que ustedes pertenecen?
El sector espacial tiene proyectos de muy largo plazo, y por tanto sus oscilaciones son menores. Depende en gran medida de presupuestos públicos a través de las respectivas agencias nacionales e internacionales de Espacio y, por lo tanto, la cuestión es saber cómo van a evolucionar estos programas. Por ejemplo, países como Francia con su agencia CNES han sacado medidas especiales anticrisis para permitir desarrollos acelerados de misiones. Algo parecido ha hecho el Reino Unido e Italia. La NASA ha aumentado su presupuesto en dos dígitos. Por tanto, los Gobiernos están utilizando nuestro sector como palanca anticíclica, por el alto impacto que genera en la economía.
Es el llamado ‘New Space’…
Así es. Se trata de un nuevo paradigma de mentalidad industrial y miniaturización que ha irrumpido en este mercado y se ha consolidado. Según Euroconsult, el negocio en diez años será de 113 billones, el segmento más grande del mercado. En España todavía es incipiente, siendo Satlantis la compañía más grande a nivel español, junto a PLD (cohetes en Valencia), DHV (paneles solares en Málaga) o Alen (Plataformas en Vigo). Otro polo importante es el Sudoeste francés, muy cercano para nosotros.
Volviendo a la cámara fotográfica ,¿qué características tiene y cuál va a ser su objetivo a bordo de la EEI?
La cámara iSIM 170 se situará en el balcón exterior del módulo japonés, denominado Kibo, orientada a Nadir (vertical hacia la Tierra), viajando a la impresionante velocidad de 7,6 km/s, en un radio de 400km aproximadamente. Grabará 20 imágenes por segundo de zonas terrestres clave, como grandes ciudades, fronteras, costas, zonas naturales, océanos, etc. Estas imágenes nos permitirán detectar en el mar vertidos de petróleo de barcos en el mar, proliferación de algas y plásticos flotantes. En tierra seguiremos avance y patologías en cosechas, higrometría, incendios, detección de minerales, y en la atmósfera veremos climatología, partículas en suspensión, lluvias ácidas… Esta cámara afina mucho y desde mucha distancia, por eso este tipo de datos generarán observatorios para desarrollar nuevas políticas medioambientales a nivel global.
¿Por qué el factor peso es tan determinante en un proyecto espacial?
Como decía anteriormente, en la charcutería espacial pagas alrededor de 30.000 euros el kilo por lanzar tu satélite en un cohete. En este contexto, la cámara es el corazón de la misión y determina la magnitud del satélite que la aloja, unas tres veces mayor que ésta. Las cámaras de Satlantis se alojan en micro y nanosatélites, y el peso final es un 80% inferior a las tecnologías clásicas, con reducción de costes en la misma línea. Miniaturizar es hacer asequible el Espacio a un muchas nuevas aplicaciones, en particular las de tiempo real.
¿Cómo va a ser el viaje hasta que el cohete se acople a la Estación Espacial Internacional?
La Estación, como quien dice, está aquí al lado, en un radio aproximado de unos 400 kilómetros. Para mantenerse en órbita, viaja aproximadamente a una velocidad de 7,6 km/sg (unos 30.000 kilómetros por hora), de ahí que el cohete japonés tiene que vencer primero la gravedad y al cabo de un par de minutos alcanzar 2 km/s hasta finalmente llegar a la velocidad de la Estación para poder acoplarse. Es como montarse en un tren en marcha. Esta operación tardará en completarse unos cuatro días hasta alcanzar dicho acoplamiento
¿Y luego?
El 10 de junio conectaremos con los astronautas y será el momento en el que coloquen la cámara ya en posición de operación, llevándola a Kibo, el ‘balcón’ de la agencia espacial japonesa (JAXA), a través de brazo robotizado.
¿Cómo de diversa es la formación técnica del equipo de Satlantis que ha alumbrado este proyecto?
¡Este equipazo es una pasada, son unos máquinas! Es una gente que no solo tiene inteligencia, sino que transmite pasión, capacidad, voluntad y compromiso para sacar las cosas adelante. Hemos estado en muchas ocasiones metidos en un túnel sin aparente salida y hemos vuelto a salir. A partir de un núcleo de personas esenciales que han sido extraordinarias desde el comienzo, hemos conformado una plantilla espectacular de 40 familias en estos momentos. El 25 % procede del extranjero y el resto es de aquí. Se han integrado estupendamente, disfrutando de la singularidad que nuestro país les ofrece.
Por desarrollos tan disruptivos como este recibieron el pasado mes de febrero en Abu Dhabi el premio a la Mejor Empresa Espacial. ¿Qué ha supuesto esto para la empresa?
Fue una competición de 900 candidatos en cuatro categorías, en el contexto del World Future Energy Summit, en un premio concedido por el ministro de asuntos exteriores de Emiratos a la mejor empresa espacial. Esto nos ha permitido iniciar operaciones con un delegado en la región, en Omán, y comenzar a trabajar oportunidades relacionadas con el agua, cultivos y petróleo.
Se habla mucho estos días de cómo va a salir Euskadi de la actual crisis, que si en forma de ‘V’, en ‘U’ o en ‘L’… ¿Usted qué opinión tiene al respecto?
Mi primera opinión sería la prudencia. Creo que estamos ante un entorno nuevo y desconocido, con algunos sectores muy deprimidos y otros con menor impacto. Pero una cosa que sí sabemos es que la forma de salir de esta crisis va a depender de nosotros también, y va a depender en gran medida además. A los empresarios, a los grandes y a los pequeños nos toca ser responsables en nuestras decisiones de gestión para la supervivencia de nuestras empresas, pero en un contexto de especial sensibilidad hacia el empleo y su mantenimiento, sin pasarnos de frenada. El sector privado debe asumir su cota de responsabilidad.
¿Y el público?
Igualmente el sector público, que ahora está ayudando a través de diferentes líneas de crédito y programas de ayuda de liquidez inmediata, debe seguir manteniendo un rol tractor durante varios años, hasta alcanzar los niveles perdidos de PIB, en lugar de replegarse hacia las restricciones presupuestarias. Ello exige el consenso europeo para ser posible. La economía es también la gestión de las expectativas, y éstas, sin alejarse del necesario realismo, deben añadir dosis de visión, empuje y recuperación de optimismo para consumidores, empresas y gobierno.
vía: SPRI