El fundador de la biotecnológica vasca ensalza el compromiso de las empresas y profesionales vascos a la hora de afrontar una crisis sin precedentes.
La biotecnológica Graphenea, con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Gipuzkoa y filial en Boston, es una de las muchas empresas vascas que estos días, con motivo de la alerta sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19, se ha reinventado para aprovechar su talento, capacidad e instalaciones y ponerlas a disposición de las autoridades sanitarias. En este caso, además de donar parte de su producción habitual de grafeno para la investigación, acaba de poner en marcha una pequeña línea de fabricación de geles desinfectantes (hidrogeles) con el objetivo de ayudar a los colectivos más necesitados y vulnerables.
La startup fundada en 2010 por Jesús de la Fuente es una de las referencias mundiales en su nicho de mercado y centra su actividad en la fabricación de obleas de grafeno de alta calidad y crea tecnologías basadas en este material.
¿Cómo están las cosas por Estados Unidos?
Aquí vamos una semana por detrás de lo que está ocurriendo en Euskadi pero las medidas que se están tomando son bastante parecidas. Se han cerrado colegios, oficinas y todo el mundo está teletrabajando. Quizá la mayor diferencia desde un plano empresarial es que viendo los precedentes en otros países, aquí todo el mundo se ha puesto a trabajar con mucha mayor rapidez para tratar de encontrar un remedio a esta pandemia, especialmente todas las empresas biotecnológicas y farmacéuticas.
En este contexto, hace unos días decidieron donar parte de su producción de grafeno a la investigación. ¿Cómo surgió la idea?
Por pura empatía mientras veíamos que otras empresas estaban aportando lo que podían en esta lucha. Reflexionamos al respecto sobre lo que nosotros podríamos hacer y se nos ocurrió el ofrecimiento de grafeno gratuito para empresas y centros de investigación que están trabajando en diversas líneas. Pero insisto, fue algo que surgió con un gran impulso moral, pues fue nuestro equipo el que tenía ganas de hacer algo aquí y ahora.
¿Y cómo ha caído la propuesta?
Estamos muy contentos. Hemos tenido respuesta interesante de dos grupos en Estados Unidos y otro en Asia con propuestas muy vanguardistas y esperanzadoras y ya les hemos enviado nuestro material para que sigan avanzando. Aquí en Euskadi estamos en contacto con Osakidetza para lo que puedan necesitar.
El problema de este tipo de desarrollos es el tiempo y eso es precisamente lo que no se tiene…
Así es, pero la Ciencia tiene sus fases y su metodología, y este tipo de proyectos van a llevar tiempo dado que hay que hacer ensayos clínicos, validarlos… Sea como fuere, bienvenidos sean.
En el caso de Graphenea, como empresa, ¿qué están aprendiendo estos días?
La situación ha provocado que nos replanteemos muchas cosas y que exprimamos al máximo todas nuestras capacidades, tanto las intelectuales como las físicas. En este caso, nos hemos dado cuenta que además de tener la capacidad de fabricar grafeno disponemos de unos laboratorios de nanotecnología de primer nivel y dotados con el equipamiento necesario para poder llevar a cabo diferentes reacciones químicas, formulaciones… Así que nos hemos puesto también a la fabricación de gel desinfectante (hidrogel) siguiendo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para enviarlo a hospitales, residencias de ancianos, policía… Para todas aquellas personas y colectivos más vulnerables que lo puedan necesitar. Es una fabricación relativamente sencilla y contamos con las medidas de control y de calidad necesarias para hacerlo, así que orgullosos de poder ayudar.
¿La emergencia sanitaria les ha obligado a modificar sus hábitos de trabajo?
Como muchas empresas hemos tenido que adaptarnos a la situación realizando un protocolo de continuidad y separando a los equipos para que no haya contacto entre ellos, ya no solo dentro de nuestros propios laboratorios, sino también en las entradas y salidas o en las zonas comunes de nuestra empresa. Hemos dividido asimismo a los equipos en grupos más pequeños de manera que si hay que poner en cuarentena a uno de esos equipos no tengamos que hacer lo propio con el resto.
¿Cómo se motiva a un equipo teniendo en cuenta la distancia a la que está de Donostia y asumiendo las medidas excepcionales que le está tocando liderar?
Creo que esta crisis nos ha obligado a todos a adaptarnos todavía mucho más a las videoconferencias y a trabajar a distancia, excepto a los compañeros que sí o sí tienen que estar en el laboratorio. Y visto lo visto, al menos en mi caso, estoy encantado por la motivación y el compromiso que está mostrando nuestra gente. Creo que son un claro ejemplo de actitud, de profesionalidad y, sobre todo, de compromiso social, pues la idea de fabricar hidrogeles partió precisamente de uno de nuestros compañeros que en su día tuvieron una experiencia en la fabricación de medicamentos. Por eso me quito el sombrero ante todos ellos por el nivel de compromiso y motivación que están demostrando y que estoy convencido que es común a lo que está sucediendo en muchísimas otras empresas de Euskadi.
¿Qué vamos a aprender de esta crisis?
Creo que aunque vamos a sufrir mucho y lo vamos a pasar mal, vamos a salir reforzados. Estoy convencido de ello. Esta crisis está ayudando a sacar muchas cosas buenas de las personas y lo mejor como sociedad, por eso estoy convencido de que vamos a salir muy reforzados de esto, a pesar de que el precio, el coste humano, que vamos a pagar va a ser muy alto.
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