Cristina Sotro, la nueva líder de las empresarias

La socia-directora de Klammer Business Center y presidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas (Amedna) es reservada. Pero en esta entrevista, nos descubre algunas facetas de su personalidad y muestra su vocación luchadora en pro de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres/ Navarracapital.es

A la hora de preparar esta Entrevista de Trabajo, apenas encontramos documentación sobre Cristina Sotro“Soy algo reservada”, admite. Así que le pedimos que se presente: “Pues… soy de Pamplona, he estudiado en Pamplona, tanto en el colegio como en la universidad, hice Derecho y nada más terminar la carrera me metí en un proyecto empresarial, Klammer, en el que sigo”. Klammer Business Centers, creada en 1990, es una empresa pionera que gestiona espacios de trabajo flexibles de la que, como ocurre con su socia-directora, tampoco se puede saber demasiado en internet.

Las redes sociales no aportan casi nada sobre Cristina Sotro. “Estoy ahí, pero no practico mucho. Es que en una empresa pequeña como esta tienes que hacer de todo”, argumenta y hace propósito de la enmienda: “Me he propuesto aprender y ponerme al día, lo tengo pendiente”.

Pues sí que es reservada. Pero vamos a tratar de que nos cuente algo más. Por ejemplo, nos dice que estudió en las Ursulinas, donde participaba en todas las actividades que podía, y se le ilumina la cara al recordar que su infancia y su juventud fueron “estupendas, muy alegres”, de ahí que se considere “una privilegiada en ese sentido”.

“Cuando apuestas por algo tienes que arriesgar y claro, a veces te sale mal. Se trata de saber gestionar esos fracasos”.

Los avatares de la vida la han llevado a ser la presidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas de Navarra (Amedna), sin tener en su familia antecedentes de personas emprendedoras o con negocios. “Lo que mis padres nos enseñaron, a mi hermano y a mí, fue a ser trabajadores, siempre les vi luchando por aquello en lo que creían”. Y si preside Amedna es porque mientras cursaba el último año de la carrera de Derecho, le plantearon el proyecto de lo que sería Klammer, implicándose en su desarrollo. No tenía ninguna experiencia laboral más allá de algunos “trabajillos de los de dar clases particulares, atender el teléfono en una empresa…”. Siempre buscaba la forma de sacarse “algún dinero”, a pesar de que “vivía en un entorno muy seguro, cómodo”.

Reconoce que si se hizo emprendedora tan joven no fue porque tuviera las ideas muy claras o porque viera una oportunidad que no podía desoír. “No, no, yo emprendí con esa alegría y el ímpetu que tienes cuando eres joven. No es que viese una oportunidad, simplemente me pareció algo atractivo”. Es en Klammer donde tiene lugar la conversación, y mientras nos muestra las instalaciones y cita las empresas que acogen sus despachos, habla de business center, coworking… “Ya perdonaréis, pero como es una actividad muy anglosajona toda la terminología es inglesa”.

La fuerza juvenil, sumada a la de sus compañeros de aventura, les permitió poner en marcha un negocio pionero en Navarray superar las muchas dificultades que encontraron. Hace una pausa y comenta, como para sí misma, que “fue muy duro”.Pero acto seguido, se anima para añadir que cuando ve ahora gente joven que emprende, “siempre me acuerdo de cuando empecé yo, solo veía lo positivo, lo recuerdo como una etapa muy bonita”.

La invitación le llegó al final de sus años universitarios, cuando no sabía si quería ejercer como abogada, preparar oposiciones o buscar un trabajo. “Mis padres me animaron. Pruébalo, eres joven y siempre podrás empezar otra cosa si no sale bien. Ellos siempre nos dieron mucha libertad en ese sentido”. Era 1990 y, hoy, Klammer sigue en el mercado “porque ha sabido adaptarse a los cambios”. De hecho, en breve va a dejar su actual sede para trasladarse a los antiguos locales de Laboral Kutxa junto a los cines Golem “para poder satisfacer mejor las necesidades de nuestros clientes”.

“Claro que se ha avanzado, vemos cada vez más mujeres en puestos de dirección. Pero si somos el 50 % de la sociedad, aún nos queda mucho por hacer”.

Son casi treinta años de actividad al frente de la empresa, en los que admite haber cometido errores de los que ha tratado de sacar provecho. “Todo el mundo dice lo mismo, pero es que cuando apuestas por algo tienes que arriesgar y claro, a veces te sale mal. Se trata de saber gestionar esos fracasos… Es que no cometer errores o no saber reconocerlos no es normal en alguien que vive en sociedad”.

Ya hecha una empresaria, ingresó en Amedna, poco después de que se fundara la asociación: “Me gusta la gente que participa en temas altruistas. En mi equipo hay personas de esos perfiles, que no se limitan a su vida individual, sino que se esfuerzan por aportar a los demás. Mi colaboración con Amedna va en esa línea. Creo en la asociación y en el asociacionismo, para mí es importante en el ámbito profesional crear redes y participar en ellas”, añade, y además revela que le gusta estar al corriente de lo que se cuece en su entorno. En 2003 pasó a formar parte de la directiva, primero como vocal, luego en la secretaría general, después fue vicepresidenta y, desde el pasado mes de mayo, es la presidenta.

POR LA EDUCACIÓN HACIA LA IGUALDAD

Conoce bien, por tanto, la asociación, su proyecto y fines, con los que se identifica “al cien por cien”. Persigue dar visibilidad a las mujeres empresarias y lucha por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el ámbito profesional, empresarial, laboral y económico. Le decimos que al preparar la entrevista habíamos encontrado una frase suya muy parecida: “Hay que luchar por reducir el claro diferencial de género todavía existente en el ámbito empresarial y laboral”. Nos pide que se la repitamos, riéndose porque no recuerda cuándo la dijo. Y tras meditar unos segundos, comenta que “sí que existen en esos ámbitos unas diferencias, o unos sesgos culturales, que hacen que no exista una total igualdad de oportunidades”.

La invitación para sumarse al proyecto de su actual empresa le llegó sin terminar sus estudios de Derecho.

Cristina Sotro apuesta por la educación para llegar a la igualdad y se muestra optimista. “Se ha evolucionado. Si no fuera así ¿en qué sociedad estaríamos viviendo? Claro que se ha avanzado, vemos cada vez más mujeres en puestos de dirección. Pero si somos el 50 % de la sociedad, aún nos queda mucho por hacer, a nosotras y a toda la sociedad”.

Ella no es madre, no tiene tantas dificultades como otras mujeres para conciliar la vida familiar y laboral. Pero eso no le impide reivindicar la corresponsabilidad en el hogar. La conciliación no se limita al aspecto maternal, por eso me gusta hablar más de conciliación personal y laboral o profesional”. Argumenta que la mujer se ha incorporado a la actividad laboral, mientras el hombre no se ha implicado tanto en las tareas domésticas, y recuerda que una de las principales iniciativas de Amedna, el sello Reconcilia que se concede a las empresas que implantan políticas de conciliación, va precisamente en esa línea.

En su caso, ¿cómo se las arregla para gestionar Klammer, presidir Amedna y organizar su casa?“Soy muy disciplinada con los horarios”, explica, y así consigue no mezclar actividades de forma que no se lleva trabajo a casa. “Prefiero madrugar y venir antes, este es mi espacio de trabajo”,dice trazando un arco con la mano derecha. Además, lee y viaja “en la medida que puedo y el tiempo me lo permite”. Y como su padre les llevó desde muy pequeños al monte y a recorrer caminos por los alrededores del pueblo, sigue haciéndolo. “Lo dejé un tiempo, ahora he vuelto y la verdad es que disfruto muchísimo”.