«El titular anuncia las caras de extrañeza de un grupo de escolares ante la descripción del trabajo de su padre por parte de uno de ellos. La anecdota fue narrada en una reunión con jóvenes agricultores y ganaderos alaveses pertenecientes al sindicado UAGA, y en la que participé como dinamizador…»
Autor: Germán Gómez
El objetivo de la misma era promover acciones con las que atraer a los jóvenes al campo. Ir contra corriente, o mejor contra el mensaje habitual: “la tarea en el campo es dura y mejor te buscas algo fijo en la ciudad, que aquí nada es fijo: ni el horario, ni los ingresos, ni las vacaciones, …”
La anécdota pone de manifiesto la distancia que nos separa del mundo rural. A pesar de ello, nos reunimos con un buen grupo de jóvenes que han decidido hacer del campo su trabajo, buscando la rentabilidad por diferentes caminos: unos, a través del crecimiento y la especialización en pocos cultivos; otros, mediante la diferenciación, la transformación y la venta directa.
Buscar la rentabilidad a través del volumen de producción parece el camino natural, pero a la vista de la experiencia no es el único. Allí se presentaron algunas explotaciones rentables, basadas en otros criterios: un pastor que, además de queso, organiza visitas guiadas a su instalación o un agricultor que, en una parcela pequeña (en proporción al resto) cultiva diferentes hortalizas y legumbres que vende directamente a pequeños comercios y particulares.
Desde la ciudad sentimos el campo como un espacio vivido unicamente para descansar y disfrutar del paisaje. La mayoría de los que allí estaban son hijos/hijas de agricultores que han decidido seguir en el campo porque, en la búsqueda de oportunidades de trabajo, esta puede ser una buena opción.
¿Es posible que también sea para algunos urbanitas?
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