La empresa guipuzcoana, que ha recibido una ayuda del programa de ciberseguridad industrial del Grupo SPRI, busca crecer en el mercado estatal
Jegan es una empresa ubicada en la localidad guipuzcoana de Itziar, gestionada por 40 de sus 64 trabajadores como socios, que fabrica piezas de alta seguridad para automoción como su principal negocio. La compañía, fuertemente internacionalizada, busca lo contrario que muchas empresas: crecer más en el Estado. Ha recibido una ayuda del programa de ciberseguridad industrial del Grupo SPRI, que desde hace tres años cuenta con Basque Cybersecurity Centre (BCSC) como impulsor del ecosistema vasco de ciberseguridad y por tanto también de este programa de apoyo económico.
La empresa tiene su origen en 1972 bajo la denominación de Juan Egaña, en la localidad guipuzcoana de Mutriku. Entonces se dedicaba a la fabricación de artículos publicitarios como llaveros o pines. En 1991 cae y los trabajadores se hacen cargo de la compañía, con un nuevo nombre, Jegan SAL, y otra actividad, la fabricación de piezas para el sector de la automoción.
“Inicialmente estamos en Eibar y en 1995 nos trasladamos a Itziar por necesidades de espacio. Mantenemos la planta de Eibar, dejando allí los baños electrolíticos, y en Itziar, la fundición”, explican Gorka Aizpitarte, director general; Elisa Azkarate, directora de finanzas; Kepa Ibarzabal, director de planta, y Koldo Sánchez, director de IT.
Jegan ha proseguido con su crecimiento, con dos ampliaciones de sus instalaciones en las últimas décadas, y la extensión a otro tipo de sectores.
Servicio completo al cliente
La compañía ofrece un servicio completo a sus clientes. “Nos vienen con planos para hacer piezas exclusivas. Realizamos el estudio de factibilidad con la documentación aportada, y en estrecha colaboración con el cliente creamos un entrono que una vez es aprobado estamos listo para su lanzamiento y producción”. Fabrican piezas que no se ven por el usuario, como componentes en elementos de seguridad activos y pasivos que van desde el cinturón de seguridad y las cámaras ADAS. Se trata de piezas de alta seguridad. Sus clientes son fundamentalmente los grandes grupos de automoción, que suponen el 65% de su facturación.
La plantilla está conformada por 64 personas, de las que 40 son socios–“ninguno tiene más del 5% del accionariado”- y la facturación superará este año los 14 millones de euros. La I+D es clave para Jegan y está presente en “cualquier proyecto que nos llega, el equipo de I+D trabaja en sacarlo en el menor coste posible. Los clientes nos miden por el servicio y fácil acceso por ser una empresa pequeña pero también por el coste y la huella de carbono que dejamos. Todo proyecto que nos llega es I+D”. Compiten con multinacionales suecas o alemanas, que “tienen plantas en China o México y facturan más 100 millones de euros al año”.
Mientras un gran número de empresas vascas busca crecer a través de la internacionalización, Jegan pretende justo lo contrario: extender sus ventas en España. “No es lógico que el 90% de nuestros clientes estén en el extranjero. Estamos trabajando en esta línea de crecer en el mercando nacional buscando sectores y productos diferentes”.
La ayuda del programa de ciberseguridad industrial del Grupo SPRI se ha destinado a la segmentación de la red y securización, con el fin de controlar el tráfico de datos y establecer permisos diferenciados de acceso a sus redes que es uno de los problemas que tiene la Industria 4.0. “En automoción nos auditan continuamente y son muy sensibles a todo lo que viene, como la información que se comparte. Y encima en nuestro caso, que trabajamos en piezas de seguridad”. El proyecto apoyado por SPRI ya se ha desarrollado y está en marcha
Los retos futuros son especializarse en piezas de alta seguridad y la diversificación del negocio. “Queremos seguir en la punta de lanza en automoción, pero buscar otros sectores para seguir creciendo”.
Asimismo, seguirán con su plan de implicación de las personas. “Al final, somos una empresa social y procuramos que los trabajadores se queden con nosotros. Eso repercute positivamente en la implicación de las personas. El consejo de administración está formado por socios de la empresa y la información es abierta. Nosotros somos los dueños y los contratados al final acaban entrando como socios”.
Vía SPRI