Hay una cosa de la que mucha gente habla, pero no es seguro que sepan bien lo que dicen: La inteligencia artificial, IA en lo que sigue. Para no sumarme a ese coro desafinado, voy a intentar en apoyarme en aquellos juicios que me parecen más atinados, lo que no les excluye de error. Este escrito lo vertebraré, sobre todo, en el último libro tomado en sentido literal y vital de James Lovelock, el científico más preocupado por el medio ambiente de nuestro tiempo. Digo esto porque escribió NOVACENO, título de la obra, cuando tenía 100 años y murió el pasado mes de julio a la edad de 103, por lo que podemos considerarlo su testamento.
Esto viene a cuento porque sostiene que aparecerán nuevos seres a partir de los sistemas de inteligencia artificial actuales. Pensarán diez mil veces más de prisa que nosotros. Pero, a diferencia de lo que aparece en relatos y audiovisuales, estos seres hiperinteligentes serán dependientes, como nosotros, de la salud del planeta. Estos especímenes, que denomina cíborgs, en consecuencia, serán nuestros socios y aliados en la aventura de poder vivir en un planeta saludable. Añade que estos serán los “pobladores” referentes de esa época que bautiza como Novaceno.
Percibo en esta obra un cierto perfume de utopía, cosa que me encanta. Frente a tanta distopía sobre un futuro gris y con poca esperanza, llenos de temores y miedos, nos presenta la posibilidad ilusionante de compartir el futuro con seres creados por humanos; pero no son humanos. Es algo a lo que merece la pena que podamos prestar atención y esfuerzo. Dedicamos nuestra atención, preferentemente, a problemas de estrategia operativa: reducción de costes y/o incremento de ingresos, en la vida empresarial.
La Ciencia de Datos para cuidar nuestro planeta
Lovelock nos abre una puerta para emplear la ciencia de datos para mejorar nuestras vidas y la del planeta. Esa es la esencia y la diferencia de lo que propone nuestro autor. Porque ¿puede haber buena vida de la humanidad en un planeta enfermo y necesitado de cuidados? ¿Con una sociedad basada en lo individual en detrimento de lo colectivo? La respuesta es, obviamente, no. Si no estás conforme con esta manifestación, quizás lo más adecuado es que no sigas leyendo. O mejor sí, igual encuentras argumentos para incorporarte a la tarea de conseguir mejores y más útiles cíborgs que van a resultar imprescindibles para lograr una conveniente biosfera para todos, seamos humanos, construcciones de IA, o una mezcla entre biología y otros materiales.
La reflexión que sobreviene, una vez expuesto un posible futuro de convivencia y mejora conjunta entre distintos seres, es ¿estos especímenes serán sintientes? Veamos lo que dice al respecto, siguiendo información de la BBC “Una máquina de inteligencia artificial que cobra vida, piensa, siente y mantiene una conversación como una persona.
Parece ciencia ficción, pero no lo es para Blake Lemoine, especialista en inteligencia artificial, quien asegura que el sistema que Google tiene para construir chatbots ha “cobrado vida” y ha tenido con él charlas propias de una persona.
¿Y qué supone esto? ¿Por eso le han despedido? En cuanto a la primera de las cuestiones, los sintientes, que otras especies lo sean no produce a los humanos ninguna emoción especial. Diariamente, cruzan las puertas de los mataderos, para no volver, muchísimos millones de animales que tienen varias de las características atribuidas a la máquina de IA que motivó el despido. Pero durante una larga etapa histórica y con algunas manifestaciones más o menos toleradas, hemos reducido a nuestros semejantes a la esclavitud. Por resulta extraño, al menos a mí, que la etiqueta de sintiente o no tenga alguna trascendencia específica. Veremos como se mueve este asunto.
Cuando surge una tecnología, aplicada o aplicable, lo normal es que aparezcan los histéricos y los hinchas. Están los que quieren parar los avances en IA, basándose en que los humanos (al menos algunos) deben ser los titulares de toda inteligencia para poder dominar al resto de las especies, que va a trastocar el mercado de trabajo, en fin, el acabose. El otro grupo que apuesta por lo nuevo con una mezcla explosiva de imaginación y fantasía y en algunos el incentivo adicional de ganancias latentes, atribuyendo al nuevo “invento” la posibilidad de solucionar casi todos los problemas a los que nos enfrentamos como individuos y sociedad.
Nada nuevo bajo el sol. Hace unos 2500 años Sócrates, a quien el oráculo definió como el hombre más inteligente de Atenas, se negó a escribir. Pensaba y explicaba que con el uso de la escritura la humanidad iba a perder la memoria colectiva. En fin, en este sentido, al menos, no podemos decir que estuvo muy fino como visionario.
Por eso me sumo a James Lovelock, creo que su visión es más ajustada a las posibilidades reales de una vida buena en un planeta más cuidado y próspero para todos.
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Pedro Mª Ruiz Aldasoro, es socio en DECIDATA