«Debido a su ubicación estratégica, las instalaciones de calidad, las opciones de reunión y la oportunidad de promocionar nuestros proyectos».
Guillermo Barredo (Bilbao, 1947), fundador de Bromalgae, estudió Derecho y Economía en Deusto. Trabajó como director internacional de SPRI durante 4 años. Después, se trasladó a Iberduero, que posteriormente se transformó en Iberdrola. Estando allí, trabajó en IBV unos años, sociedad conjunta de BBVA e Iberdrola, creando un gran grupo industrial y contando por ejemplo con Gamesa. Allí, estuvo en distintos puestos, siendo su último proyecto la creación de una representación de la empresa en Francia…
¿Cómo comenzó Bromalgae?
Me jubilé y entonces, un viejo amigo que colaboró con nosotros cuando yo estaba en Iberdrola, Douglas Charlton, me invitó a crear una empresa dirigida a cuidar medio ambiente. Douglas es norteamericano y geólogo, y es un hombre muy metido en startups. Él había promovido una sociedad que se llama PBI, una de las primeras empresas que empezaron a buscar remediación con sistemas químicos y biológicos a problemas del medio ambiente.
Obtuvimos una ayuda de la Unión Europea y en 2018 montamos Bromalgae. Lo fundamos con la tecnología que inicialmente nos cedieron los americanos, tanto desde el punto de vista técnico como desde el financiero. Después, durante el desarrollo de la empresa, ampliamos el capital y las personas que trabajan con nosotros, y también cambiamos bastantes cosas de la tecnología que nos cedieron.
¿A qué os dedicáis?
Bromalgae se dedica a captar los gases que se crean en la combustión. Los sometemos a un proceso químico que se basa en limpiar una serie de impurezas y rebajar las temperaturas, a través de Scrubbers, unos filtros. Después, esos gases van a parar a un fotobiorreactor, una especie de tanque. En ese tanque están las microalgas. Estas microalgas hacen un efecto de fotosíntesis, y se comen los NOx, que prácticamente los destruyen. Como fin del proceso, parte del CO2 y el sobrante del oxígeno lo liberan a la atmosfera. Después, esas microalgas se sacan y se secan, y eso sirve para multitud de usos.
Puede valer para abonos, cosmética, alimentación… De ahí se obtiene un dinero. De esta forma, no solo hacemos la misión de limpiar la atmosfera, sino que también damos una oportunidad al inversor a través de la venta de las microalgas. Uno de los sistemas que estamos utilizando para seguir este proceso es el árbol artificial urbano, que es capaz de eliminar la misma cantidad de gases de efecto invernadero que unos mil árboles jóvenes.
¿Qué objetivos os marcasteis al comienzo?
Nuestro objetivo principal era afinar en la tecnología. Vimos que era imposible emplear el fotobiorreactor clásico en una empresa, porque no hay espacio. Así que ideamos todo el tratamiento en vertical. En cuanto al árbol que tenemos aquí fuera en BIC Bizkaia Ezkerraldea, fue una idea fruto de lo que habíamos pensado para las empresas. Pensamos que un fotobiorreactor colocado en un medio urbano, y sobre todo donde no se puede plantar un árbol ecológico, como por ejemplo en sitios en los que hay mucho tráfico, pensamos que podía tener una función social y de salud.
Además, la idea también puede tener un desarrollo a posteriori, por ejemplo, se podría poner en túneles o en superficies más grandes, hacer diferentes tamaños del modelo, etc. Con lo cual, nuestro objetivo era ganar en tecnología para poder construir esta serie de elementos y también complementar nuestro equipo, ya que era muy importante tener a personas que conozcan bien las algas y su utilización. Asimismo, como objetivo final, teníamos el convertirnos en una empresa que abate gases, fruto de la combustión y ser una empresa de biorremediación.
¿Los habéis cumplido?
Sí, tenemos una réplica del árbol aquí en la empresa, y hemos obtenido muy buenos resultados de abatimiento de CO2, aunque poco de NOx, ya que la contaminación aquí no es muy fuerte. Esperamos, con un poco de tiempo, instalar más árboles fuera y ver cuál es el resultado.
Sin embargo, vamos un poco más lentos en el mundo de la industria, porque está más ajena a este tipo de cosas. Estamos hablando con algunas empresas para colocar una planta piloto. Ya tuvimos una en Zabalgarbi, que trata los residuos sólidos urbanos de Bizkaia, que son muchos y complicados para tratar. Nos pusieron bastantes normas a cumplir, pero el resultado fue muy bueno, tanto de abatimiento de NOx como de CO2.
También nos ha costado el tema de la adaptación de la tecnología. Ahora estamos en fase de despegue, en una ronda de captación de fondos para ampliar un poco más el equipo y, sobre todo, comprar una serie de equipos tecnológicos.
¿Cuáles son vuestros futuros proyectos?
Nuestros proyectos a futuro son construir estos árboles desde el punto de vista urbano. Tenemos ya una serie de consultas en varias instituciones como Ibiza, Córdoba, etc. Estamos hablando también con el Ayuntamiento de Bilbao y el de Barakaldo. En el tema industrial estamos hablando con varias empresas, a las que les ofrecemos un producto modular. Es decir, construir una pequeña planta, que sería el 10-20% del coste total de la planta grande. La empresa podrá ir viendo que efectivamente la planta produce el resultado esperado, y entonces puede ir poniendo por encima, al ser en vertical, toda una serie de módulos. Esto tiene una ventaja no solo para el montaje, sino también para el desmontaje, ya que si en algún momento uno de los módulos se avería o las algas se contaminan se podría sustituir por otro sin problema.
Cabe añadir que a finales de octubre o en noviembre vamos a montar un árbol en Baiona, en la institución Comunnate d’Aglomeration Pays Basque, una comunidad que engloba varios municipios de Iparralde. Así que esa será nuestra primera aventura internacional.
¿Veis iniciativa en la gente?
Sí, la gente ve que es un elemento muy positivo, no excesivamente caro, y que contribuye a la salud.
Por último, ¿por qué os unisteis a BIC Bizkaia Ezkerraldea? ¿Qué os está aportando?
Vinimos al BIC a finales de 2022. Nuestra empresa está concertada como empresa de innovación, así que obtuvimos esa ayuda para venir al BIC. Vinimos, sobre todo, porque nos pareció que era un buen sitio en cuanto a ubicación, construcción y facilidades de reunión, además también de facilitar poder dar a conocer tu proyecto.