Iconos para Epatar

Orientamos la mirada hacia los diseños, los logos, las expresiones más o menos artísticas que, con mayor o menor acierto, tratan de transmitir no solo una idea, sino un propósito. Uno con forma de solución, tangible o intangible, que contribuya a repensar nuestra siempre versátil existencia. Son figuras con las que definir estrategias o intenciones que se proyectan hacia el futuro con voluntad de cambio. La presentación de un nuevo concepto siempre, o casi, viene a acompañado de un cúmulo de intenciones y/o aspiraciones no siempre bien reveladas.

Uno de los más recientes ejemplos de esta perplejidad generalizada es la renovación de una marca cuando menos controvertida. Una que se asocia poco con el consumo minorista y que se intuye en la cultura popular por sus apariciones mayestáticas en las pantallas de cine y/o televisión. La omnipresente CIA. Un cambio de imagen, el que han aceptado en la agencia de inteligencia por excelencia, que no ha dejado indiferente a casi nadie. Su nueva presentación pública tiene unos matices que confunden y son susceptibles de cachondeo mediático.

Al igual que en The New York Times se hacen un pregunta provocativa acerca de la finalidad del maquillaje, con afinadas conclusiones, en Vice se concentran en ahondar un poco más en ese interés. La identificada preocupación en la esfera del talento, de las personas que forman equipos operativos, de análisis y toma de decisiones. Universo que, por los retos que enfrenta la organización y otras entidades hermanadas, peca de ser poco diverso y atractivo. No sin percatarse, había dejado de ser una incubadora para seguir inercias clásicas.

Se presume que la evidenciada regeneración de puertas hacia afuera es el último eslabón de una cadena de iniciativas internas que le propulsen «hacia la modernidad». O, al menos, hacia los escenarios y técnicas de confrontación contemporáneas. Una interpretación que es muy similar, en el fondo, a la realizada en el seno de General Motors. La automovilística con sede en Detroit también ha querido sumarse a la apertura de otra era corporativa arreglando su signo gráfico y conectándolo con lo que quiere ser.

Así como la industria del automóvil abraza la electrificación, el conglomerado comandado por Mary Barra no ha querido desaprovechar la entrada de año para escenificar un compromiso de transformación no solo empresarial. Con un discurso arreglado, la marca estadounidense relaciona su porvenir con la «zero emissions«. Ninguna novedad rompedora, aunque si cuesta, por otro lado, imaginarla tras la presentación de uno de los modelos que serán vanguardia de esa actualizada imagen, el Hummer EV. En CityLab ya se planteaban algunas dudas.

La comunión entre propósito y estrategia ocasionalmente se desvirtúa de una manera que los responsables ejecutivos explican con datos del presente para contextos del presente. Es un afán por corresponder a la actualidad y resarcirse con lo que viene queriendo combinar esos relatos que facilitan las transformaciones visuales. Y es un enfoque que, además de valorar la creatividad, no desaprovecha la oportunidad de acercar narrativas menos informadas.

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