En Movimiento sin Desplazamientos

migraciones

Autor: FONDAKI.com

Las migraciones siempre han condicionado la modificación de eco-sistemas. Una prueba tan reconocida en el ámbito de la biología que recuerda estos días lo insólito de que haya sido de algún modo despreciada en la planificación de nuevos entornos urbanos, diseño de rutas comerciales y, en esta era de la democratización de los desplazamientos aéreos, conexión de enclaves vacacionales. Estas semanas esos movimientos puntuales, estacionales o perennes que tienen como protagonistas a las personas han sido en su mayoría impedidos.

Casi indistintamente de la escala o el territorio, la circulación ha quedado restringida para una especie creída invulnerable que ha asumido en paralelo la trascendencia que tienen en su cotidianidad las comunicaciones y las mercancias, además de la omnipresente energía. Un conjunto de condimentos hoy asumidos como esenciales para la vida confinada que tienen en los medios de transporte colectivos, como bien público, sus antítesis. Obligatoriamente limitadas, pendientes de un futuro incierto, son prestaciones abocadas a la reconsideración.

Grandes facilitadores en la multiplicación internacional de desplazamientos, varios de estos servicios enfrentan a corto plazo la necesidad de adaptarse a las normas gubernamentales dirigidas a evitar otra propagación comunitaria. Pero resulta a la par necesario, para otear su modelo de negocio a medio plazo, o para reconocer nuestra actitud como usuarios, deducir los factores que modificarán los protagonismos y los patrones de inter-modalidad. Lógicas de cambio que navegarán entre la oferta, la oportunidad y la influencia ciudadana.

A medida que el principal trastorno estructural para el sector de la movilidad se ha vinculado al calentamiento global y la asunción de responsabilidades proponiendo sistemas con menor impacto y más eficientes, las implicaciones de un escenario como el actual ha sido relegado universalmente en el análisis de riesgos. Menosprecio común que ha sorteado las cada vez más evidentes conexiones entre las alteraciones en los hábitats animales y una proliferación de virus variada agitándose en los extremos de nuestro radar analítico convencional.

Durante los últimos lustros China ha sido uno de los epicentros globales en la aparición de agentes infecciosos, con implicaciones que aún no siendo siempre humanas, han tenido un impacto colateral. Estos últimos meses, por ejemplo, se han solapado dos «epidemias» con implicaciones significativas para su estilo de vida. El diario South China Morning Post ya se preguntaba en marzo por la llegada de un tercer «disgusto», finalmente sin gran impacto, en un momento en el que el país sigue alcanzando récords anuales de desplazamientos.

Con unos índices de movilidad interna en constante despegue y unas estadísticas de salida o entrada de viajeros del país en crecimiento desmedido, el gigante asiático también es el gran paradigma de las transformaciones globales en ese ámbito del tráfico humano. Uno que, en diferentes entornos, han venido refrendando las perspectivas de Boeing, la inauguración de una factoría exprés de Tesla notificada por Bloomberg o la estrategia de crecimiento en esa área de la industria de los cruceros que a mediados del año pasado avanzaba Xinhua.

Aunque el potencial sigue siendo evidente a medida que se confía en una recuperación del consumo interno, también es previsible que las dinámicas en China se vean afectadas por las alteraciones en la conducta de uso y consumo de dichos servicios que tendrán los usuarios finales en otros países del mundo, singularmente en Europa. Será de gran interés ahora una monitorización de las decisiones de expansión del gran conglomerado ferroviario CRRC, con la mira puesta en esta región y que desvela al sector local, como reconoce su lobby UNIFE.

Un conjunto de oscilaciones actualmente titubeantes que en algún momento no demasiado lejano significarán un seísmo, queda por precisar la escala, en varios de estos negocios que se dedican a la manufactura y/o suministro de vehículos y/o equipos para el transporte de personas. Una sacudida que podrá estar combinada de una suma de estímulos con un cada vez más obvio denominador común, el medio ambiente y su estimación humana como un claro componente no efímero a proteger. La Comisión Europea ya detalló las inquietudes.

La sensibilidad de la industria alemana estas semanas es un indicador inmejorable. Aunque con demostrada capacidad de adaptación, ni fabricantes de automóviles, ni aerolíneas, ni entidades financieras, u otros agentes implicados, parecen dispuestos a reconocer el golpe torrencial que el COVID-19 ha asestado a sus estrategias de «aclimatación» tranquila. En varios casos, incluso, señalan el corto plazo para argumentar la viabilidad futura de su propia actividad, léase el caso del sector de la automoción.

Así, con lo virtual elevándose también en una declaración de status e intercambio social cada vez más relevante, las distancias serán más cercanas, un elogio por ejemplo al pedaleo o al caminar, y viajadas de otra manera, con escrúpulos por la huella social y ambiental que cada kilómetro sumado deje como legado. Todo ello, evidentemente, considerándose las diferencias culturales entre territorios y desarrollos socio-económicos propios.

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