Grupo Salto: “La delegación en una empresa se basa en la confianza en las personas”

Javier Roquero, fundador del Grupo Salto, celebra el 20º de esta compañía vasca que ya es el tercer fabricante más importante del mundo en cerraduras electrónicas/ SPRI

Por su trayectoria y capacidad de transformación e innovación al frente del Grupo Salto, el guipuzcoano Javier Roquero recibió recientemente el prestigioso Premio Joxe Mari Korta junto a otros colegas como Laura Mendizabal, María Ángeles Amenabar y Pedro Luis Uriarte, a los que también se reconoció su formidable trayectoria profesional. La de Roquero es una esas carreras forjadas a base de “pasión” a lo largo de diversas empresas vinculadas al sector consumo e industrial hasta que en el año 2000, de la mano de un grupo de amigos y en un minúsculo piso que les dejaron prestado en Irún, crearon su propia empresa, Salto. Un “salto tecnológico” entonces tremendo que además de dar nombre a la empresa permitió a esta firma con sede en Oiartzun desarrollar una cerradura electrónica inteligente capaz de ser instalada en cualquier tipo de puerta en cualquier parte del mundo. La cadena de hoteles Hilton, la Universidad de Princeton en Estados Unidos, el Parlamento Francés o el CERN de Grenoble, por ejemplo, llevan la firma de esta empresa vasca.

Hoy, casi 20 años después de aquel “salto al vacío”, el sueño de este formidable Grupo se ha convertido en una referencia internacional. Salto está formado por 680 personas, factura 185 millones de euros y exporta el 96% de su cifra de ventas. Dentro de su sector, el de las cerraduras electrónicas, ocupa la tercera posición a nivel mundial.

¿Qué hubo en su caso antes de Salto Systems?

Empresas de consumo (Bodegas y Bebidas, hoy Pernod Ricard) y empresas industriales (Guascor y Tesa), hasta que en 2000 dejé mi puesto de trabajo para crear de la mano de un grupo de ocho amigos una nueva empresa que en aquellos momentos representaba un salto tecnológico importante sobre la tecnología existente, de ahí el nombre de Salto…

Una aventura que no nació en un garaje pero sí en un piso en Irún…

Era un piso prestado además, donde cada habitación se dedicaba a una de las áreas de la recién creada empresa: I+D, Fabricación, Finanzas, Marketing & Ventas… En septiembre de 2001 éramos ya 16 personas en la empresa y en 2006 llegábamos a 60, lo que provocó que nos tuviéramos que trasladar a la actual planta en Oiartzun, que no ha parado de crecer desde entonces.

¿En qué términos?

Hoy en día somos un grupo empresarial de 680 personas que factura 185 millones de euros y exporta el 96% de su cifra de ventas, a través de un grupo de 20 filiales propias, cuatro sucursales, dos Joint Ventures y varias participaciones minoritarias en empresas consolidadas y startups.

¿Cuál diría que ha sido la principal aportación de la empresa?

Probablemente el desarrollo de una cerradura electrónica inteligente (smart lock) capaz de ser instalada en cualquier tipo de puerta en cualquier parte del mundo. Y esto tiene su mérito por cuanto somos una empresa de capital 100% español que ocupamos la tercera posición a nivel mundial en el mercado de cerraduras electrónicas, compitiendo en un mercado global de grandes multinacionales. En el Top 10 mundial, las otras nueve son empresas que o bien ellas o sus matrices cotizan en bolsa en sus respectivos países.

Su modelo de negocio está muy focalizado desde sus inicios a esa Nueva Cultura Empresarial (NCE) que persigue un proyecto compartido por accionistas y directivos… ¿Por qué?

Siempre hemos sido fieles al modelo de gestión industrial y comercial que adoptamos desde los inicios, que era centralizar en la planta de Gipuzkoa toda la fabricación y, por otro lado, descentralizar la gestión hacia las filiales locales, que era lo contrario a lo que se venía haciendo por aquellos tiempos donde lo normal era que se buscara un ahorro de los costos, precisamente, en países de menores costes laborales.

Como consecuencia de esta filosofía ha llegado ese reconocimiento social que representa los Premios Korta y también, desde un plano más empresarial, esa tercera posición en el ranking mundial de empresas de su sector…

Son dos cosas muy diferentes pero muy bonitas. La segunda, la de nuestra óptima posición en el ranking mundial de empresas de nuestro mismo sector, es algo que nos hace mucha ilusión porque es la materialización de muchos años de dedicación y trabajo de mucha gente, pero el Premio Joxe Mari Korta es otra cosa. Es algo que nos ha tocado la fibra sensible a todos los que trabajamos en Salto porque es el reconocimiento a unos valores y a una forma de hacer las cosas. Ese reconocimiento nos ha llegado muy dentro porque premios a resultados empresariales hay muchos pero premios a valores como el de Korta es ya otra cosa.

¿Qué valores destacaría como troncales en su empresa?

Tenemos nuestros valores individuales y también los corporativos. Dentro de los primeros, los tenemos identificados son la humildad, la capacidad autocrítica, el afán de superación y la pasión de las personas que trabajan en esta empresa. Intentamos que cuando venimos a trabajar todos los días lo hagamos como un disfrute en el camino…

¿Y como valores corporativos?

Intentamos defender una visión humanista de la empresa, una visión en la que el beneficio del accionista ya no sea el único fin de la empresa sino que se éste se complementa con otros fines que giran en torno a las personas y a su bienestar profesional y personal. Giran en torno a la aportación que como empresa podamos hacer en nuestro ámbito más cercano, en torno a la sostenibilidad, las contribuciones y aportaciones sociales… Es decir, los valores de Salto giran en torno a muchos ejes y no únicamente al que nos enseñaron en la universidad que era el de la maximización del valor del accionista. Creemos firmemente que hay otro tipo de empresa posible y eso es lo que defendemos.

¿Qué opinión tiene de esas compañías que articulan este tipo de mecanismos en torno a una estrategia de marketing social?

Es cierto que está muy de moda el llamado employer branding (desarrollo de la marca del empleador) y eso no me parece mal. Nosotros estamos buscando gente para el futuro que esté muy preparada e ilusionada, y que tenga pasión para venir a trabajar con nosotros, y darles a conocer en ese sentido lo que hacemos en Salto, cuáles son nuestros valores como empresa y nuestra filosofía para que conozcan esa realidad, me parece bien, insisto. Si eso es marketing social o employer branding no lo sé, pero no me parece un mal planteamiento de salida.

¿Cómo se dirige una empresa tan grande como la suya?  

Si hace veinte años nos hubieran preguntado dónde íbamos a llegar, creo que jamás hubiera imaginado estar hoy aquí… Creo que al final ha sido un conjunto de cosas las que nos han hecho crecer y ante la pregunta de cómo se gobierna eso, creo que el truco ha sido trocear la empresa en lugar de gestionarla como un único ente. En ese sentido, apostamos por gestionar las diferentes áreas, proyectos o filiales a partir de la responsabilidad y la confianza que depositamos en nuestra gente, a la que formamos y dotamos de todas las herramientas posibles para que se hagan cargo de sus proyectos. Y a partir de ahí, mucha delegación, mucha confianza y mucha autonomía. La gente tiene que crecer y eso solo se consigue, al menos en nuestro caso, dejándoles liderar este tipo de proyectos.