Satlantis diversifica su actividad y se lanza a diseñar y fabricar satélites

La tecnológica vasca consolida su presencia en el sector del ‘New Space’ y espera incrementar su facturación hasta los 60 millones de euros en 2025.

La ingeniería Satlantis, con sede en el Parque Científico de la UPV/EHU, se fundó en 2013 al calor del llamado New Space y centra su actividad en el desarrollo y fabricación de cámaras ópticas para la observación de la Tierra desde el Espacio. Desde sus inicios no ha dejado de crecer, incluso en tiempos de pandemia, donde casi ha triplicado sus principales cifras de negocio. Hace ahora un año envió su primera cámara, de apenas 15 kilos y bautizada como iSIM 170, a la Estación Espacial Internacional. Un hito sin precedentes en la industria aeroespacial vasca al que en breve se le podrían sumar otros cuatro proyectos más avanzados que ya están en fase de desarrollo. Todos ellos impulsados desde Euskadi. La tecnológica vasca está compuesta a día de hoy por 51 ingenieros y contempla un objetivo ambicioso para el corto plazo: alcanzar los 60 millones de euros de facturación para el año 2025, revela Juan Tomás Hernani, Consejero Delegado de la compañía.

Se cumple un año de aquel primer lanzamiento de una de sus cámaras ópticas al Espacio, ¿cómo lo recuerda?

Como algo extraordinario, tanto en lo apuesta tecnológica como humana. Demostramos, y seguimos haciéndolo, que es posible desarrollar proyectos tecnológicamente avanzados desde Euskadi si se cuenta y se apuesta por el talento preciso. Aquello fue un complejo proceso de calibración, estabilización térmica y pruebas de conexión que se saldó con 65.000 imágenes de la Tierra tomadas en un claro compromiso en favor de futuras actuaciones para la mejora del medio ambiente
Para nuestros socios entonces (Everis, Orza, Axis-ICO y el Gobierno Vasco), esa primera misión en la ISS y su éxito tecnológico fue el aval de un compromiso cumplido tras siete años de trabajo, y la mejor garantía para hacer de nuestra empresa el líder internacional de cámaras espaciales de extrema miniaturización. Nuestros nuevos socios, Enagás y SEPI, nos impulsan hacia las soluciones completas para resolver grandes problemas medioambientales como la detección de fugas de metano.

Especialización y nicho de mercado nuevo como oportunidad… 

Eso es. Los desafíos ambientales son globales y en Satlantis hace ya tiempo que nos dimos cuenta de que ahí había una oportunidad. Por eso el hecho de que haya volado con éxito la cámara más pequeña con la resolución más alta está estimulando una demanda de aplicaciones.

Y todo desde Euskadi, sin perder el arraigo industrial del País Vasco. ¿Cuáles son los siguientes pasos?

Precisamente en este contexto surge el que será nuestro segundo vuelo al Espacio de otra nanocámara de la tercera parte de dimensiones, para una misión dirigida por la NASA y financiada por el departamento de Defensa de EEUU. Se producirá concretamente el próximo 4 de diciembre cuando enviemos al Espacio una segunda cámara desde el Centro Espacial JFK dentro de un proyecto bautizado como Casper, esta vez dotada de movimiento para el apuntamiento y de cuatro bandas espectrales. La cámara posee una electrónica apta para misiones Deep space de exploración del Universo.

¿Y en el medio plazo?

Haremos lo propio en otros tres proyectos. Uno en el Reino Unido, una misión denominada Mantisfocalizada en el sector del oil&gas y otra misión denominada Geisat, que llega de la mano de Enagás, nuevo socio de Satlantis junto a SEPI, ORZA, AXIS-ICO y Diputación Foral de Bizkaia, tras una ampliación de capital de 14 millones de euros, para proporcionar el servicio de medición de emisiones de metano con muy alta precisión (cinco metros), hasta ahora no alcanzada por ningún satélite, para responder a las necesidades de la compañía energética.

En este tránsito han pasado de desarrollar y fabricar cámaras fotográficas para la observación terrestre que iban acopladas a un satélite a lanzarse a fabricar el propio satélite, ¿por qué?

La cámara es el corazón y principal motor tecnológico de una misión de observación. Es también el componente principal que compromete el coste de la misión. Sin embargo, la decisión de pasar a integrar el sensor bus nos permite saltar a ofrecer soluciones completas y resolver necesidades como las planteadas por Enagás, además de ser un proveedor de tecnología. Es un reposicionamiento en la cadena de valor que nos da una mayor dimensión.

Uno de esos proyectos de satélite que tienen encima de la mesa ha sido bautizado como Urdanetay será puesto en órbita desde el Centro Espacial JFK en abril de 2022. ¿Qué función va a tener?

Es la misión que cierra el conjunto de cinco misiones espaciales en las que venimos trabajando. Se trata de un satélite de los denominados 16U, esto es, uno de los más grandes dentro de la familia de los nanosatélites. Y va a tener una función de captación de imágenes con una altísima resolución para la agricultura de precisión, que en el caso de Euskadi puede derivar en los campos del txakoli, Rioja Alavesa, la patata… Hay una jerarquía de aplicaciones muy interesantes en ambiente marino, pesca, agricultura y medio ambiente el que esta métrica de precisión encaja perfectamente.

¿Qué características y en qué contexto se van a mover estos satélites…? 

Por el importe de su inversión y su plazo de meses, estas misiones están ya al alcance de comunidades autónomas avanzadas, que resuelven una gestión digital e integral del territorio para las consejerías de agricultura y pesca, medio ambiente o incendios y protección civil. En el contexto de los PERTES a nivel nacional, son varias las comunidades que nos han demandado este tipo de proyecto, del que Urdaneta es el precursor.

¿Por qué han bautizado a este proyecto con este nombre?

Por la figura del fraile agustino Andrés de Urdaneta, natural de Ordizia, que era astrónomo, matemático y militar, y que al final de su vida tuvo la convicción de que se podía regresar en barco por el Pacífico. Descubrió al final de su vida el llamado tornaviaje volviendo desde Japón a través del Paralelo 40 y llegar hasta California. En aquel momento, estamos hablando del año 1560, se conectaron los mundos con una nave y ahora, cinco siglos y medio después, volvemos a conectar nuestros mundos, también con ciencia vasca, aunque esta vez a 550 kilómetros de distancia sobre el nivel del mar.

Resulta curioso que gran parte de estos proyectos en los que ahora mismo están trabajando se han ido cociendo en tiempo de pandemia. ¿A qué cree que se ha debido esta circunstancia?

Nos ha ido bien, esa es la verdad. Creo que hemos tenido un periodo donde nos hemos concentrado en el desarrollo tecnológico de una manera muy intensa y donde a pesar de que el acceso al mercado siempre es más complicado cuando no puedes ver en persona a los clientes, los programas espaciales han respondido y continuado apostado por proyectos disruptivos como el nuestro. Y en Satlantis pienso que hemos sabido aprovechar ese impulso.

¿Cómo compite ustedes con los ‘gigantes’ del sector?

Tenemos una estrategia abierta de colaborar y competir en función del contexto. Una empresa especialista y líder mundial en su tecnología tiene un camino fácil con los grandes prime contractorscomo Airbus, Lockheed Martin así como con los gigantes digitales como Google, SpaceX o Amazon. Alguno de ellos ha venido varias veces a Bilbao desde California.

¿Y dónde imagina Satlantis dentro de unos años?

Me encantaría poder ofrecer una compañía en la que puedan estar trabajando 300 jóvenes ingenieros, que facture 60 millones de euros, que cuente con más filiales además de la que ya poseemos en Estados Unidos en países como Emiratos Árabes o Reino Unido. Imagino una empresa capaz de detectar, por ejemplo, fugas de metano o vertidos de plásticos en el mar, incendios… Una empresa vasca, líder mundial, con conciencia y voluntad además para contribuir de forma definitiva, y de la mano del empleo joven y talentoso, a proteger el planeta y a desarrollar tecnología puntera.

Vía SPRI