Naiara Goia: “En Euskadi tenemos una brecha entre innovación social y tecnológica, es necesario que ambas confluyan”

Naiara Goia es la directora del Laboratorio de Innovación Social que comienza su andadura este otoño como parte de la Fundación  Arantzazu Gaur. El laboratorio está arrancando su trabajo en el Gandiaga Topagunea  de  Arantzazu y pretende avanzar a través de la innovación social para reforzar la acción social y la lucha contra el cambio climático.  Conversamos con Naiara Goia, experta en innovación empresarial a nivel internacional con 20 años de experiencia a sus espaldas.  

Comenzarán a trabajar este otoño en el laboratorio de innovación social Arantzazu. ¿Qué objetivos tiene el laboratorio? 

El objetivo final del Laboratorio de Innovación Social de Arantzazu es convertir Arantzazu en un nodo de referencia en innovación social, y lograr una sociedad más justa, cohesionada, competitiva y humana. Y convertir todo ello en un punto de encuentro en sintonía con la tradición histórica de Arantzazu es la principal peculiaridad del laboratorio, para ser considerado por la ciudadanía como un punto de encuentro, para reflexionar y experimentar ante los principales retos de nuestra sociedad. 

Me gustaría decir que el laboratorio interviene concretamente en ese espacio que corresponde a la implicación y participación de la ciudadanía en la agenda política de la sociedad vasca. 

El primero de los objetivos es la creación de redes a través de la enumeración de objetivos concretos. Facilitar y canalizar redes entre personas, entidades públicas, investigadores, entidades privadas, tercer sector y representantes de la sociedad. El segundo objetivo sería la apertura o  la internacionalización: tenemos que crear redes de cooperación internacional, por un lado hacer que aportemos conocimiento desde fuera y por otro dar a conocer  al mundo nuestro modelo innovador de desarrollo humano. Y por último, el objetivo concreto de la investigación: realizar investigaciones innovadoras audaces y sólidas sobre los retos del futuro. 

Entre sus prioridades está afrontar los retos ligados a la transición ecológica, la lucha contra el cambio climático y el bienestar social. ¿Qué proyectos se trabajan en estas áreas? 

Por el momento estamos definiendo los proyectos y las líneas de trabajo, pero el objetivo es buscar respuestas innovadoras o soluciones a los problemas y necesidades que puede tener la sociedad vasca en torno a estos cuatro ámbitos de especialización.  Para ello, desarrollaremos proyectos de participación, capacitando tanto a la ciudadanía como a las instituciones conformando redes de colaboración, compartiendo responsabilidades entre instituciones, empresas privadas y diferentes agentes. Organizaremos cursos, congresos, jornadas y conferencias para participar en dinámicas que promuevan la innovación social. 

¿Colaboran con empresas privadas para impulsar iniciativas? 

En general, queremos facilitar y canalizar diferentes redes entre diferentes tipos de agentes. Queremos crear alianzas público-privadas sociales para afrontar de forma eficaz los retos del futuro. Entre ellas hay empresas privadas. Por ejemplo, el laboratorio se integra en la Fundación Arantzazu Gaur y forma parte de la fundación una entidad privada como la Corporación Mondragon. Ahí vamos a colaborar estrechamente, tanto con Mondragon Corporación como con Kutxa y con los agentes privados que nos han rodeado. Para contribuir mutuamente y desarrollar proyectos juntos ante retos a través de alianzas público-privadas. 

Trabajarán con ustedes las tres universidades vascas, ¿buscan ser un centro de conocimiento? 

El papel de las universidades será clave, jugarán un papel clave en el laboratorio. Tendrán un papel muy activo, eso dará una gran garantía al laboratorio desde el principio. En la creación participaron la UPV-EHU, la Universidad de Deusto y Mondragon Unibertsitatea. Las tres crearon conjuntamente el marco teórico del laboratorio, y eso es un hito en sí mismo. 

Las universidades aportan valor, colaboración y legitimidad al laboratorio. Sin duda nosotros queremos que sea un espacio de generación de conocimiento. Vivimos una época de profunda transformación en el mundo y necesitamos combinar nuevos contenidos y nuevas formas de trabajar. En la construcción urbana del futuro, por ejemplo, es imprescindible incorporar el conocimiento a los procesos. En el conocimiento básico debe haber comunidad y en la generación de ese conocimiento es imprescindible el papel de las universidades para emprender investigaciones avanzadas e innovadoras. 

¿Tienen referentes, tanto a nivel local como internacional? 

En este campo, el de la innovación social, hay varias asociaciones vascas que están trabajando en una misma dirección, entre ellas Eusko Ikaskuntza, Lehendakari Agirre Center o Etorkizuna Eraikiz. Todos hemos partido de una lógica muy especial: de alguna manera se están llevando a cabo iniciativas encaminadas a responder a los retos de futuro del territorio, y vamos a colaborar con todos ellos. 

A nivel internacional también existen laboratorios o centros de referencia, entre nuestros objetivos también está la creación de conexiones con ellos. Nosotros tenemos una particularidad, nuestros ejes son profundizar en la comunidad, conectar con la sociedad, o la gobernanza colaborativa. Eso viene de la tradición humanista de Arantzazu y nos da un punto de partida, nos sitúa en un plano prioritario respecto a otros centros. 

El ámbito de la innovación social es muy amplio, hay organizaciones orientadas al emprendimiento social, a la formación… Tenemos que buscar cuáles son nuestros semejantes o cuáles tienen conocimiento útil para nosotros, y se pueden encontrar ejemplos de esto en Canadá o Escandinavia. 

Tienen un gran conocimiento internacional de la innovación. ¿En qué situación ve a Euskadi en esta materia? 

En general, Euskadi es puntera en el ámbito de la innovación, ya que tenemos un posicionamiento muy bueno sobre todo por los centros de redes industriales y por la estrategia de investigación e innovación para la especialización inteligente. Contamos con una base sólida y con muchos elementos para dar una respuesta económica y social innovadora a los retos actuales. 

Por un lado, contamos con un importante ecosistema de investigación e innovación, con centros de investigación punteros en Europa y con universidades pioneras en diversos ámbitos. Desde organizaciones como SPRI se impulsan estrategias de innovación y transformación digital en el contexto empresarial, se llevan a cabo programas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas.  El propio modelo de promoción de la cooperación público privada ayuda al progreso. 

Sin embargo, en mi opinión tenemos una brecha entre innovación social y tecnológica, y hay que hacer que confluyan. Lo digo porque los retos actuales son complejos y de gran tamaño. La transformación tecnológica, los retos en la sociedad, la transición ecológica… A estos grandes retos hay que darles respuesta desde la perspectiva de la innovación sistémica. Desde esta amplia perspectiva incide a la vez en un amplio abanico de palancas de cambio. Innovaciones tecnológicas, modelos de negocio, o mercados, pero también educación, nuevos marcos normativos y regulatorios, también valores, conductas, participación ciudadana… Hay que abordar las diferentes dimensiones y compaginarlas. Tenemos que conciliar de alguna manera, la parte social y tecnológica, si queremos dar una respuesta eficaz a los retos. Esto es necesario para seguir bien posicionados, no sólo desde el contexto tecnológico o empresarial, sino también desde la innovación social que nos llevará al desarrollo sostenible. 

¿Por qué en Arantzazu? 

No es casualidad que estemos en Arantzazu. Es innegable suvalor simbólico en Euskal Herria no solo en Gipuzkoa. El laboratorio quiere ser un proyecto de la sociedad. 

El laboratorio surge como consecuencia de un amplio proceso de consenso entre muchos agentes referentes. Arantzazu tiene unos valores simbólicos muy sólidos, siempre ha sido un espacio transformador e innovador, en el ámbito del euskera, el arte, la literatura, el pensamiento y la música. También ha sido un punto de encuentro que ha atraído a gente de sensibilidades y opciones diferentes, personas que provienen de diferentes ideologías o culturas políticas. Este laboratorio quiere dar continuidad a este espíritu, como ha hecho Arantzazu durante siglos, para realizar una aportación válida a la sociedad. Nos coloca en una posición preferente a la hora de comparar esto con otros laboratorios, tiene una personalidad propia, y también es una gran responsabilidad. 

Vía SPRI