El momento que estábamos esperando para transformar la educación

Futurizable

Autor: JAVIER MARTÍN / FUTURIZABLE

Richard Buckminster Fuller fue uno de los mayores genios del siglo XX. Entre sus ideas podemos encontrar grandes inventos como la cúpula geodésica y propuestas tan radicales como la necesidad de cerrar las universidades durante 10 años para repensar su modelo educativos.

Cuando escuché por primera vez esa idea de Fuller a través del podcast Curiosidad Radical, me pareció que sería algo que valdría la pena probar, por la necesidad de transformación y renovación del sistema educativo actual, pero también pensé que sería imposible que ocurriese algo así, considerando la gran inercia que llevan las instituciones educativas, lo cual hace inviable que se planteen parar para repensar su forma de trabajo.

No han tenido que pasar muchos días desde que escuché ese podcast, para encontrarnos en una situación completamente diferente, en la que un cisne negro ha obligado a prácticamente todo el sistema educativo mundial a frenar en seco y sobre todo le ha dejado con la gran incertidumbre de no saber cuándo podrá volver a reanudar la marcha.

Precisamente ha sido a través de otro podcast donde he conocido una idea que me hace pensar que el cierre de las escuelas y las universidades puede demorarse mucho más en el tiempo de lo que podrías pensar, ya que parece ser que como los niños y jóvenes no se ven tan afectados por virus como el de la gripe y el COVID-19, al seguir con su vida normal se convierten en grandes transmisores de los virus hacia personas mayores, padres y abuelos, que sí que se ven mucho más afectados cuando son infectados por los virus. De esta forma podría ocurrir que de cara a frenar la expansión futura de los virus, una vez se haya superado esta primera oleada de la pandemia, se tenga que optar por minimizar aquellas actividades que suponen una alta concentración de niños y jóvenes, como son las aulas de los colegios y universidades.

Esta situación podría llevarnos a un escenario en el que cada cierto tiempo y de manera más o menos prolongada, sea necesario cerrar las aulas, para evitar o minimizar los contagios por virus y de esta forma evitar que se saturen los sistemas sanitarios, por el gran perjuicio que esto conlleva para la sociedad en general.

En este contexto se hace absolutamente necesario repensar el sistema educativo, no solo cambiar el modelo en el que se imparten las clases, que es en lo que se está trabajando ahora, sino también lo relativo a los sistemas de evaluación y, lo que es más importante, los modelos de aprendizaje, porque lo que no puede ocurrir, sobre todo en lo relativo a educación primaria y secundaria, es que los niños y jóvenes pierdan el valor, mucho o poco, que hasta ahora han estado recibiendo en el colegio.

Un nuevo y mejor sistema educativo

Me gustaría proponer que aprovechemos el momento que estamos viendo para construir un nuevo modelo educativo, que no solo solucione los problemas que tiene el actual, sino que además ayude a resolver algunos de los grandes retos actuales a los que se enfrenta la humanidad y a los que se tendrá que enfrentar en el futuro.

La propuesta es la siguiente:

Construyamos un sistema educativo que se asiente en los valores de la sostenibilidad y la innovación.

Sostenibilidad encaminada a educar a personas que vean como una prioridad el respecto al medio ambiente y la búsqueda de soluciones al que hasta hace tan solo 3 meses se consideraba el mayor problema de la humanidad: el calentamiento global.

Innovación que fomentará que las próximas generaciones vean como una prioridad estar preparadas para afrontar los nuevos retos a los que se tenga que enfrentar la humanidad y para ello recurra a la mejor herramienta que tenemos para ello: la ciencia.

Para ayudar a que esta idea se convierta en una realidad podemos recurrir de nuevo a la genialidad de Richard Buckminster Fuller quien en 1968 propuso la idea de Nave Espacial Tierra, lo cual puede servir como hilo conductor para armar este nuevo modelo educativo basado en la Sostenibilidad y la Innovación.

La Tierra es una nave espacial, el Sol es su fuente de energía y todos somos astronautas. También somos responsables de mantenerla en perfecto estado de funcionamiento, porque si deja de hacerlo, perderá su función. Podemos garantizar el éxito de toda la humanidad a través de una evolución industrial planetaria dado que no somos tan estúpidos como para continuar agotando en una fracción de segundo de la historia astronómica las reservas de energía que han sido depositadas en el depósito bancario que garantiza la regeneración de la vida de nuestra Nave Espacial para usarlas sólo en funciones de auto-arranque.

Si enseñamos a los niños que la Tierra es una nave espacial y que las personas somos los tripulantes que la manejamos y mantenemos en funcionamiento, su visión al respecto de la importancia de respetar el medio ambiente cambiará por completo. Sin duda es muy diferente la visión del mundo que una persona puede tener cuando se cría viendo “El Hombre y La Tierra” de Félix Rodriguez de La Fuente o “Cosmos” de Carl Sagan, frente a la persona que crece viendo “Guardianes de la Galaxia” de Marvel o jugando a “Fortnite” de Epic Games, sin tener nada en contra de estas dos cosas, creo que es momento de equilibrar la balanza y mostrar a los niños que hay un mundo apasionante por descubrir en la Naturaleza que tenemos a nuestro alrededor y en el Universo que nos enseña la ciencia.

Enseñar a los niños que vivimos en una nave espacial y que viajamos en ella a lo largo del Universo (lo cual podríamos decir que es verdad), puede ser además una buena forma de que entiendan y lleven mejor el confinamiento que tenemos que mantener para evitar los contagios por el virus. Al igual que los astronautas saben cómo comportarse y entrenan para ello, antes de pasar una temporada aislados del mundo en la Estación Espacial Internacional, parece que si la ciencia no encuentra pronto una forma de parar el Coronavirus en seco, el aislamiento social tendrá que repetirse a lo largo de los próximos meses y años en varias ocasiones.

Por lo tanto tenemos una oportunidad de oro para enseñar a los niños que son protagonistas de la situación que estamos viviendo en la actualidad y que el cómo se enfrenten a ello tendrá una gran importancia en el futuro de la humanidad.

Dejemos de pensar en los niños como pasajeros y empecemos a considerarlos como tripulación

En la serie de televisión “Perdidos en el Espacio” se muestra cómo los niños de la familia que explora el Universo en busca de una alternativa a la Tierra para vivir, también tienen una función como tripulantes de la nave en la que viajan, no se limitan a ser meros pasajeros, sino que, por ejemplo, una de las niñas realiza las funciones de médico y ha sido entrenada correspondientemente para ello.

Imaginad qué diferente sería el mundo de la educación si en lugar de dedicarnos a obligar a los niños a aprender cosas que no les van a ofrecer ninguna utilidad en el futuro, les ayudemos a aprender aquellas habilidades que les pueden resultar valiosas cuando se enfrenten a retos como el que ahora está afrontando la humanidad. Y no digo que no sea importante conocer la historia, la lengua o la geografía, creo que son cosas que hay que saber, por ejemplo leyendo muchos libros sobre ello, pero de ningún modo me parece necesario memorizarlo y que eso suponga que los alumnos y profesores dediquen la mayor parte de su tiempo a actividades que realmente no aportan valor para su futuro.

Debemos dejar de ver a los niños como receptores de conocimiento para ayudarles a que se conviertan en protagonistas de su propia educación

Es una verdadera pena que el sistema educativo actual marque sus estándares de calidad en la capacidad de los niños para memorizar contenidos. Como explican algunos expertos en educación: tragarse durante meses lo que el profesor les cuenta y lo que aparece en los libros, para regurgitarlo tal cual el día del examen.

Es cierto que cada vez existen más alternativas a ese modelo inventado en la revolución industrial para adiestrar a personas para que trabajasen como máquinas. Por ejemplo se están desarrollando nuevos modelos educativos, como el aprendizaje basado en proyectos, que a mi me parece de lo más interesante entre todos los modelos que he conocido hasta ahora, pero la realidad es que en la mayoría de las escuelas se sigue funcionando con el modelo tradicional, el profesor explica la lección a los alumnos y cuando acaba la clase el niños se va a casa con un montón de deberes que tiene que entregar al día siguiente y posteriormente enfrentarse a un examen para demostrar lo que ha aprendido al respecto.

Debemos dejar de enseñar a los niños lo que queremos que sepan y que aprendan por ellos mismos lo que es importante

El mejor trabajo que podría hacer un profesor en estos momentos es ayudar a los niños a descubrir su vocación y cómo a través de ella pueden servir a la humanidad. Los profesores deberían convertirse en mentores.

No cabe duda de que la crisis sanitaria por la que estamos atravesando va despertar muchas vocaciones en niños que quieran convertirse en profesionales de la sanidad. Cuando por fin la sociedad empieza a valorar la importancia que tienen los profesionales de la salud, hasta el punto de considerarlos héroes, como está ocurriendo ahora, esto es una oportunidad fantástica para darle la vuelta al sistema de valores que ha predominado últimamente en la sociedad y para que volvamos a poner la salud como primera prioridad en nuestras vidas.

Pero no debemos quedarnos aquí, porque la primera línea de batalla en esta guerra contra el virus la están librando los profesionales de la salud, pero hay otra línea de batalla que es igual de importante y que se encuentra en los laboratorios, con miles de científicos que trabajan a marchas forzadas para encontrar una vacuna contra el virus o tratamientos que ayuden a mitigar sus efectos. Con más de 24.000 papers sobre el COVID-19 publicados en los últimos meses por científicos de todo el mundo, se está generando una gran ola que deberíamos aprovechar para poner a los científicos en el lugar social que se merecen, porque también son héroes en esta guerra y esto lo tienen que ver los niños como un ejemplo a seguir.

Aprovecho aquí para hacer un inciso e insistir en la precaria situación por la que tienen que pasar nuestros científicos, que tienen todas las ganas del mundo de ayudar en esta lucha, pero no pueden hacerlo por falta de recursos: Las tijeras que sobran. Sin ciencia no hay futuro…

Leer articulo completo: futurizable.com