La Densidad del Confinamiento

RESILIENCIA // Merece la pena estos días de reclusión domiciliaria detenerse a estudiar las proyecciones que en los últimos años han sido, de algún modo, reveladas. Pensamos en la libertad de lo silvestre, pero además nos absorbe en la lectura el progreso tecnológico y las pérdidas espaciales de Venezuela.

Es un periodo de revisión de las perspectivas en el que nos está resultando especialmente provocadora esa infinitamente reproducida estimación de ONU sobre las claras dinámicas de urbanización demográfica que durante las tres décadas que vienen se sucederan en el mundo. Proyección cualificadamente repasada por el departamento de Asuntos Sociales y Económicos de la organización multilareral que en el presente se araña con la sensibilidad anímica de millones de ciudadanos encerrados.

La transición del espacio rural al urbano contempla, resulta evidente, una serie compleja y  dispar de variables que la incitan, quedando el recelo a la concentración social o la pérdida de un horizonte natural omitidos en la escala de prioridades. Al menos hasta el momento. Es un periodo en el que la psique individual, familiar o colectiva puede, solo puede, tornar en una reconsideranción de las preferencias. Un supuesto excepcional, dada la velocidad de la mudanza ya iniciada a escala global, que ahora precisa, creen algunos, de cordura.

Este requerimiento de mesura respecto a la acumulación de los factores convenientes para o en la migración será enfocado, con casi total seguridad, desde una óptica utilitarista. Eso es debido a que el habitat urbano, o la llegada al mismo, está estrechamente relacionado al desarrollo socio-económico, léase la promoción del estatus y la mejora de la calidad de vida, y su impacto positivo en la sociedad. Pero ha llegado una pandemia que cuestiona tesis en diferentes planos y advierte sobre modelos no prosperos.

Las medidas de distanciamiento físico que progresivamente han ido adoptando autoridades de buena parte del mundo han puesto de manifiesto una, a priori, paradoja. Buena parte de las características que hacen atractivas y resilientes a las urbes, las han hecho a su vez más vulnerables ante la propagación del COVID-19. Escenario en el que su población también debe asimilar una modificación en sus rutinas, no sin acentuar ciertas desigualdades. Unas que sarcasticamente están exponiendo a las capas más frágiles.

La arquitectura de la ciudades, así como el tipo de distribución de su población, afecta a la interpretación de los retos en varios ámbitos, desde la prestación de los servicios de salud a la logística de los bienes de primera necesidad. Atlas en el que existen con seguridad unos contrastes estructurales que el aislamiento puede agudizar. Queda para la consideración la creciente demanda de las plataformas de reparto a domicilio o comercio eléctronico ligado a grandes multinacionales como disfraz, señalan en The Conversation, del precario progreso.

La observación de estas actividades es algo menos sencilla en los entornos peri-urbanos y rurales, aunque para nada inexistente. Lugares donde igualmente la ética, la necesidad y la idiosincrasia pueden confluir o no en «prácticas (in)humanas». Unas áreas que se someten al caracter forjado por el entorno, usualmente con lógicas edificadoras diseminadas y abiertas al medio ambiente, para superar y seguir conviviendo. Aunque se trata de una cohabitación poco común en climas cálidos, donde se mezclan condiciones, como publica Bloomberg.

En El País el escritor estadounidense Richard Ford radiografía su actual existencia en Maine, pero también sobre la figurada y literal incomunicación de buena parte de los habitantes a nivel federal. En Suecia la disciplina social lleva al retiro voluntario, producto de lo cual el Gobierno no hace ahora llamamientos demasiado especiales. Lo retrata Politico. Coyuntura anómala en la que hay quien no tiene que hacer especiales esfuerzos para adaptarse.

No faltan los argumentos que ponen en valor la aglomeración comunitaria como seguro de vida ante diferentes eventualidades, aunque no en esta ocasión. Detallan las virtudes, léase utilidades, de la densidad en The New York Times siendo conscientes de las consecuencias derivadas ante los brotes epidémicos. Una «fragilidad» que no enmascara el desempeño de las ciudades como núcleos dinamizadores de iniciativas salubres, solidarias y sostenibles. Es, no casual y si contradictoriamente, donde se debate el futuro de lo silvestre/campestre.


Merecen una Reflexión

_ Es el otro enfoque neerlandés. La postura del Gobierno de centro-derecha respecto a una potencial emisión de los controvertidos Eurobonos tiene contraste en La Haya. (Politico)
_ La joven diplomacia china. Se abre paso una generación que altera, o pretende hacerlo, la histórica lectura y posición de Bejing en el mundo. Una estrategia para el interior. (Reuters)
_ El confinamiento, ¿hace 15 años? Es la pregunta que se hace un periodista de la BBC. Ha analizado cuan distinto hubiese sido el mundo desde la perpectiva tecnológica. (BBC)
_ Sin espacio para el petróleo. Insistimos, la rápida caída de los precios del crudo llama a un acopio poco discriminado. Ya no hay casi sitio para almacenarlo. (The New York Times – €)


Cifras para Explorar

/ 60-70. Días que dura la misión de un submarino francés el que la tripulación, por silencio táctico y por mantener la moral, desconoce la situación del confinamiento en tierra. (AP)
/ 60. Capacidad anual productiva, en gigavatios, que planea disponer el fabricante chino de placas solares GCL System Integration Technology tras edificar su nueva planta. (Caixin – €)
/ Once. Son los años que ha estado operativo el satélite Venesat-1, conocido como Simón Bolívar. Era clave para los servicios de televisión y banda ancha de Venezuela. (SpaceNews)
/ Ocho. El porcentaje en el que se ha elevado la cotización del oro en una semana. Entre los ricos resurge la demanda dado el valor seguro del metal en época de crisis. (Bloomberg – €)

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